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El origen de Neuroart tiene nombre y apellidos. Se trata de Santiago Ramón y Cajal. Un magnífico científico que combinó su faceta artística para dar vida a las conexiones nerviosas que esconde nuestro cerebro.

Desde muy pequeño llenó cuadernos con bocetos y dibujos de todo lo que le llamaba la atención, pero su padre le animó a estudiar medicina. Años más tarde, su bestia artística interior no pudo contenerse más y salió de sus entrañas para inspirar al mundo sobre esta nueva forma de hacer arte.

En sus escritos autobiográficos Ramón y Cajal narra:

 

"Aburrido ya, sin duda, de quitarme lápices y dibujos, y viendo la ardiente vocación que yo mostraba por la pintura, mi padre decidió averiguar si aquellos monos tenían algún mérito y prometió para su autor las glorias de un Velázquez o los fracasos de un Orbaneja. -¡Qué mamarracho! Ni esto es un apóstol, ni la figura tiene proporciones, ni el drapeado es apropiado... ¡ni el muchacho será nunca artista!.... Aterrado ante tan categórico veredicto, mi padre se atrevió a replicar:

 

-¿Pero de verdad el chico no tiene aptitudes para el arte?

 

-Ninguna, amigo mío -respondió inexorablemente el rascador de paredes.  En efecto, la opinión de los manchaparedes cayó sobre mi familia como la de una Academia de Bellas Artes. Se decidió, pues, que yo debía abandonar los devaneos del dibujo y prepararme para la carrera de medicina. En consecuencia, la persecución contra mis pobres lápices, carboncillos y papeles fue en aumento; y tuve que emplear todas las artes del disimulo para ocultarlos y para disimularme cuando, llevado por mi pasión favorita, me deleitaba copiando toros, caballos, guerreros y paisajes".

Ramón y Cajal contribuyó a la ciencia con su técnica de tinción del tejido nervioso, estableciendo la existencia de siete capas celulares en la corteza cerebral, formadas por distintos tipos de neuronas. También describió con precisión la estructura histológica de la médula espinal y, sin duda, contribuyó al arte científico con sus ilustraciones, en las que plasmaba con precisión lo que observaba. El arte le persiguió hasta sus últimos días, y ahora se le valora como el padre del Neuroarte, la disciplina que une dos mundos aparentemente opuestos.
 

Esperanza Meseguer. El neuroarte de educar
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© Esperanza Meseguer. Ilustraciones Sarai Llamas.

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"Crecer es creer que aprender es una forma de amar el mundo"

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